El rescate !
Hoy jueves uno de diciembre ha habido una ruta de senderismo con el grupo al que pertenezco. Me gustaba el recorrido, no era difícil ni larga, así que me apunté. Salida a las 7,30 hacia La Alberca, tomamos un café, compramos pan para el bocata y bajamos hasta el aparcamiento del Valle para comenzar una ruta hacia el chorro. Todo genial, fácil. Llegó la hora del bocata junto a la cueva del Zarzalón, pasando antes por el monasterio. Cuando algunos llegamos, otros ya habían terminado el bocata y continuaron con la ruta. Yo hice los mismo. La ruta era de ida y vuelta así que esperaba encontrarme con alguno a su regreso. Así ocurrió con dos parejas, que volvían sin llegar al final. Yo quería llegar al Chorro. Continué solo, por el camino bien marcado, atravesé el arroyo de La Paya y el río Batuecas. Y me extrañó no encontrarme con nadie más. ¡debería volver por ese camino!. Pero no. En un punto dado y para no llegar tarde decidí darme la vuelta. Ya no me gustaba ir solo. Pero a buen paso, tomé el camino marcado a la vuelta. Volvía a atravesar el río Batuecas. Y a partir de aquí, debí de confundirme de camino : me perdí. Pero el río estaba allí y solo tenía que seguirlo. Piedras, castaños, subidas, bajadas...¡El arroyo de La Paya!. Decidí atravesarlo por otro lugar, para lo que tuve que poner unas piedras, y comenzó mi problema: no encontraba ni encontré el camino de vuelta. Subía, bajaba, piedras, retamas, canchales resbaladizos. Y tratando de encontrar el buen camino subía, bajaba, mis piernas se quejaban. Algún resbalón que otro. Y llegué aun punto sin retorno : delante un muro de unos 40 m. de alto, infranqueable, el río abajo de valle, al cual ya no tenía ni ganas ni fuerzas para llegar. Llamé al bendito 112, donde me atendieron con una amabilidad que en aquellas circunstancias se agradecen en el corazón. Les día el teléfono de mis compañeros, para que supieran que estaba bien. Perdido, pero bien. El tiempo pasaba inexorable, Nuevas llamadas al 112, que coordinaron con mis compañeros y con la Guardia Civil ( VIVA LA GUARDIA CIVIL), salir en mi busca. El tiempo seguía pasando y ni veía ni oía a nadie. Allí, de pie en un claro, me relajé. Comí una naranja. Pero volví a insistir al BENDITO 112. Ya me dijeron que avisaban a un helicóptero para acudir a mi rescate. Yo me rompí. ¡tanto revuelo había preparado por una imprudencia!. No me lo podía creer. La luz iba decayendo. La pila de mi móvil, también. Y debía reservar la pila para la posible utilización de la linterna bien para moverme o bien para dar señales al helicóptero. Volvía a llamar ya con mucha impaciencia al 112, Ellos me tranquilizaron, que estaba en camino. Y en ese momento de angustia, ví que el helicóptero volaba encima de mi, yo agitaba lo que tenía a mano (aun se veía), pero en esa primera pasada alta, no les llamé la atención. No me vieron y se fueron. Sobrevolaban el río y el arroyo y se alejaban. Mis brazos cual molino no paraban.¡Por fin me vieron!. Dieron la vuelta, apoyaron en una gran piedra y bajaron dos amables componentes de esta misión de rescate. Se acercaron, me dieron ánimos y como comprobaron que estaba bien, volvieron a apoyar el helicóptero y me subí directamente. GRACIAS ÁNGELES DE RESCATE. Me llevaron a un cruce, donde estaba la Guardia Civil. Dos de los cuatro compañeros que había ido a mi rescate, se emocionaron al verme. Gracias Leopoldo y Luis.
El guardia civil, se marchó en busca de su compañero, que junto a mis compañeros Antonio y Julián ( gracias infinitas para vosotros)
estaban en ruta con el alma en un puño, pues no sabían que yo ya estaba sano y salvo. Lógicamente tardaron en volver. Llegamos al restaurante donde estaba el resto de los compañeros a las 19,30h. Sin comer, sin agua, cansados hasta los pelos...Esta es la historia. GRACIAS DE NUEVO A LAS PERSONAS DE EMERGENCIAS DEL 112 POR SU BUENA LABOR, A LOS MIEMBROS DE LA GUARDIA CIVIL, AMABLES Y CERCANOS, GRACIAS A LOS MIEMBROS DEL RESCATE Y..TAMBIEN QUIERO PEDIR DISCULPAS A TODOS MIS COMPAÑEROS, QUE TUVIERON QUE ESPERAR, ESPERAR...PRIMERO CON ANGUSTIA Y LUEGO RELAJADOS. Y como no, reiterar mi agradecimiento a estos cuatro compañeros que se quedaron Leopoldo,Luis,Antonio y Julián.
Y como anédotas, antes de llegar alguien vio la noticia en los periódicos digitales de Salamanca, con foto incluida. Y otra, cuando llegué a coger el coche, cansado y sin fuerzas, no encuentro la llave del coche. Llamo a mi hija y juntos llegamos a casa (la llave apareció en un bolsillo del pantalón. Los nervios no me dejaron encontrarlas en aquel momento.
Ahora estoy sentado ante la pantalla, antes de irme a descansar. No quería dejar de hacer mi reseña.